Cuando el diagnóstico llega tarde, pueden estar ignorando algo grave.

 

Un diagnóstico tardío cambió su vida: el caso que no debió llegar tan lejos.

 

En Agón & Asociados, hemos acompañado muchos casos que revelan algo fundamental: cuando el sistema de salud falla, las consecuencias no son solo médicas, también llegan a tornarse legales. Uno de esos casos nos marcó especialmente porque mostró cómo la omisión de un diagnóstico oportuno y temprano, puede convertirse en algo mucho más grave que un simple “error”.

Quien acudió a nosotros empezó a sentirse muy mal y acudió al servicio de urgencias. El personal lo atendió, pero minimizó sus síntomas. Le dijeron que no parecía nada urgente, que seguramente era algo pasajero, así que le recetaron un analgésico y lo enviaron a casa. No hubo exámenes, ni valoración especializada, ni siquiera le dieron la opción de quedarse en observación.

Pasaron los días y su estado empeoró. Volvió a urgencias y pasó exactamente lo mismo: otro médico, otro calmante y otra vez de regreso a casa sin respuestas. Solo cuando su situación se volvió crítica, le hicieron por fin los estudios necesarios. Ahí se dieron cuenta de lo que realmente era una enfermedad grave que, de haberse detectado antes, tenía altas probabilidades de tratarse con éxito, pero ya era tarde. La enfermedad había avanzado demasiado y el pronóstico era otro.

Lo más doloroso de este caso, es que todo eso se pudo haber evitado. Si desde el principio lo hubieran escuchado mejor, si hubieran hecho lo necesario como indagar de dónde provenía el malestar y no solo calmar el dolor, si hubieran cumplido con su deber de cuidar y no minimizar, hoy su historia sería distinta.

Cuando esta persona llegó a nosotros, no buscaban venganza, lo que buscaba eran  respuestas y justicia. Quería saber si lo que pasó era normal, si alguien podía hacer algo… Y sí, se podía, porque cuando el daño es consecuencia directa de una falla médica evitable, hay responsabilidad, hay derecho a reclamar y hay derecho a que no se repita.

Nuestro trabajo fue demostrar que el sistema falló y que no se cumplieron los deberes médicos básicos, que no fue un error inevitable, sino una cadena de omisiones. Exigimos, con respeto pero con firmeza, que se reconociera el daño causado. ¡Y lo logramos!

 

Este caso no solo fue importante para quien lo vivió, fue una lección para todos porque cada paciente merece ser escuchado, atendido con rigor y con humanidad. Porque minimizar síntomas, postergar exámenes o asumir que “no es nada”, ¡puede terminar siendo todo! Y porque la ley está para protegernos, incluso cuando el diagnóstico no llegó a tiempo.

En Agón & Asociados, creemos que reclamar no es pelear. Es defender lo que te corresponde, es hacer que los derechos no se queden en el papel, es alzar la voz cuando otros prefirieron el silencio.